#Eternos Recordamos a las grandes figuras del fútbol regional. Luis “Talón” Sanchez
Glorias de nuestro pasado que quedarán en la memoria del deporte local, parte de ese listado interminable de cracks que parieron los potreros de nuestra zona. Porque siempre hay más historias por contar….
Por Nicolas Loza

Luis Sánchez
“Yo transpiro fútbol, yo respiro fútbol, yo vivo fútbol”
La melena enrulada, la velocidad supersónica y la habilidad para desequilibrar pegado a la raya de cal, lo han convertido en una leyenda. “La Zorra” o “El Talón” permanece en el recuerdo de quienes lo vieron jugar porque él forma parte de esa raza casi extinta: los wines. Como Mané Garrincha, que desnivelaba haciendo siempre lo mismo, claro, nadie sabía cuándo lo iba a hacer.
Sánchez nació el 15 de Septiembre de 1957, pero desde muy pequeño vivió en el Hogar Bethel del Padre Francisco Luchesse y desde allí prácticamente comienza esta historia: “Mis primeros recuerdos con la pelota son de mi niñez, en la casa del Cura Luchesse, en un campito que había en la zona del lavadero… Más de una vez, jugando allí con la pelota de trapo que hacíamos con medias, habremos pateado las tapas de las cloacas del lavadero y salíamos con los dedos destruídos, porque jugábamos descalzos”.
Rememorando su vida, Luis dice: “El Cura nos fue rescatando de la calle a mis hermanas y a mí… Mi madre vivía en un colectivo, allá en la loma del barrio La Cruz y nosotros veníamos a ver televisión al bar de Don Isidoro Medina, frente al Hospital… A la noche, él nos veía regresar a donde vivíamos y nos empezó a atraer hasta cobijarnos a todos. Así, mi vida se fue haciendo de ir al Colegio San José y de ayudar a construir ese monstruo que es el Hogar Bethel… Me quedaba entonces poco tiempo libre y cuando eso ocurría había que aprovecharlo al máximo: jugando a la pelota”.

De esos años de niñez y casi de adolescencia, con la emoción dibujada en su rostro “Talón” dice: “De ese modo fui pasando por todas las etapas, primero la pelota de trapo, después vino la pelota de goma y después, recién, vino una pelota de cuero… Cuando eso pasaba, nos sentíamos en la gloria. No cualquiera tenía un fútbol de cuero… En esos tiempos aprendí a gambetear, a cubrir la pelota… a jugar, en definitiva… Éramos cuarenta jugando en un espacio de diez por diez, un equipo con camiseta, el otro en “cueros” (sic) y a jugar. Y así me fui haciendo delantero. Porque me gustaba ir al frente, me gustaba el roce, era hábil y empecé a adquirir mañas para destacarme en el puesto”.
Mientras crecía y se desarrollaba como jugador recibió vitales enseñanzas de quienes veían en él a un potencial talento: “Uno de los consejos que recibí en esa época y que me sirve hasta hoy era el que me daba el Viejo “Meno” Rodríguez y Mario López, cuando me decían que me tranquilizara, porque yo me calentaba con todos: con mis compañeros, con los rivales, con el árbitro, conmigo mismo… Ellos me decían: Tranquilizate. Sé vivo… Buscá a los rivales y si ellos te pegan, es porque vos estás haciendo las cosas bien”.
Como suele ocurrir en todos los pueblos, aunque se vistan de ciudades, él se hizo conocido por sus apodos que lo acompañaron casi toda la vida: “Talón viene de la época en que vivía, antes de irnos a Barrio La Cruz, en la zona de “La Incubadora”, donde hoy es el Hogar de Día, yo caminaba por las vías del tren y cantaba sólo una parte de esa canción que decía: “Iba montado en un burro, talón y talón…” y como no sabía otra estrofa, de allí me quedó “Talón”. “Zorra” viene ya de mi época de futbolista, por todas las mañas que tenía cando jugaba, desde apretarle los testículos a mi marcador en un forcejeo y sacar ventaja de ello, hasta ser intuitivo para cabecear y ganar en el momento justo a pesar de no ser alto”.
El desarrollo de su carrera como futbolista continuó en Barrio El Cóndor, defendiendo los colores del Cervecero: “Siendo adolescente me fui a jugar a Quilmes, junto al Negro Sanon (Nicolás Sánchez), la Burra (Mario López) y el Negro Juan (Juan Martínez). Ya me había definido como jugador: Era un wing sin obsesión por el gol, con mucha habilidad, con desborde y centros para los centrodelanteros que entraban por el medio. Me sentía más cómodo jugando por izquierda porque no tenía problemas de perfiles. Me encantaba encarar, gambetear para adentro o para afuera y ver cómo me escapaba de la marca de los defensores, me tiraban patadas arteras y no me agarraban… Yo me daba cuenta que los volvía locos”.

Cuando se lo consulta por sus mejores compañeros, no duda y expresa: “En ese sentido mi mejor intérprete fue Jorge Flores. Un animal. Un nueve que llegaba con una potencia descomunal, manejaba las dos piernas, cabeceaba bien, empujaba él sólo a toda una defensa. Era guapo, iba al frente y encima era hábil… Él y el “Uruguayo” Natale fueron con quienes mejor me entendí”.
“Talón” jugó después en La Candela, de Unquillo, por la Liga Independiente Colón, equipo donde se consagró Campeón en unas recordadas finales, precisamente ante Quilmes, en las que Sánchez fue figura del tercer y decisivo partido jugado en Río Ceballos ganando por 3 a 1. Años más tarde jugó en Ateneo Juvenil Acción de Río Primero, por la Liga Sanfrancisqueña de Fútbol y finalmente lo hizo en San Lorenzo de Villa Cura Brochero. A la par de esa campaña en el equipo de Unquillo, “Talón” también jugó en Los Cachorros en la Unión Cordobesa de Fútbol Amateur, siendo Campeón del año 1982 en un verdadero equipazo, que se adjudicó el certamen de manera directa, sin disputar las finales anuales, ganando los Torneos Inicial y Final. Después de esos desafíos, “La Zorra” seguiría jugando en su equipo del barrio “La Santa”, también en el Deportivo Español de Barrio “Los Gallegos”.
No le cuesta definirse como jugador, quizás porque tiene muy en claro cómo jugar y con qué estilo de juego se identifica: “Siempre fui un tipo rápido para leer el juego dentro de la cancha. Buscaba tocar de primera y resolver antes de recibir la pelota, a quién se la iba a pasar, porque así ganaba tiempo y sacaba ventajas. No se puede pensar cuando recibís la pelota, antes de recibirla ya tenés que saber qué destino le vas a dar. Yo recibía y tocaba, para armar juego, pero cuando tenía que encarar por la raya, encaraba. No dudaba”.
Se nota que añora sus años de futbolista, pero aún así puede armar un listado de los mejores de la Villa: “Acá, de mi generación, hubo una camada de grandísimos jugadores: “El Chancho” Héctor Caminos, “El Bombero” César Vilta, “El Rulo” Juan José Peralta, “La Chancha” Carlos Pilet, Jorge Flores, Paty Flores, Mario Molina, “La Chichona” Eduardo Castillo, “El Colorado” Parodi, “El Rulo” Acuña… En cada barrio de la Villa había excelentes jugadores”.
En el final, con mucha emoción pero también con absoluta sinceridad, elabora un pequeño monólogo como cierre, en el que pinta sus sentimientos hacía el más hermoso de los juegos: “He vivido a pleno mi etapa de futbolista. Disfruté cada momento porque yo transpiro fútbol, respiro fútbol, vivo fútbol… A mí el fútbol me dio la posibilidad de conocer muchos lugares y hacer muchísimas amistades… La redonda me dio mucho, por eso le estaré eternamente agradecido”.